domingo, 24 de noviembre de 2013

No hay fronteras (Emilio Solana)



Un tema de triste actualidad desde hace años, el eterno problema de las fronteras, de las vallas, de las barreras, de la contención, de la prohibición. Tan antiguo que podríamos remontarnos a los albores de la humanidad, cuando un tipo más fuerte, más “listo” o con más suerte puso una estaca en algún lugar y dijo “esto es mío”, y los demás le hicieron caso y no se rebelaron, no derribaron aquella estaca. Como dijo el ilustrado Rousseau; ¡Cuántos problemas se habría ahorrado la humanidad!
Hecha esta introducción breve y subjetiva, encaminaré el asunto hacia el aula. Como docentes, en ciertos temas, debemos ser lo más objetivos que podamos y evitar tomar partido en las explicaciones más delicadas para que los alumnos puedan desarrollar una opinión propia, y también para ahorrarnos incómodas visitas de padres disgustados porque a sus hijos les inculcamos ideas. Pero este es otro tema, aquí no dudaré un instante en plantear un problema, el de la valla de Melilla, que más allá de ideologías se presenta como abominable, brutal  e inhumano. Leeremos en clase una o varias noticias de distintas fuentes sobre el desgarrador asunto, e incluso se podría hacer una especie de debate, aunque aquí, el moderador/profesor será muy estricto; no se tolerarán en clase comentarios o expresiones racistas, violentas, antidemocráticas o contra los Derechos Humanos. De ningún modo.  Y todo con una intención: formar alumnos íntegros, con educación en valores, como nos dictan las leyes y decretos educativos.

Somos educadores, formadores en Ciencias Sociales, y de ninguna manera podemos obviar la realidad social, aunque en alguna ocasión nos desviemos del temario.

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