Un tema de triste actualidad desde
hace años, el eterno problema de las fronteras, de las vallas, de las barreras,
de la contención, de la prohibición. Tan antiguo que podríamos remontarnos a
los albores de la humanidad, cuando un tipo más fuerte, más “listo” o con más
suerte puso una estaca en algún lugar y dijo “esto es mío”, y los demás le
hicieron caso y no se rebelaron, no derribaron aquella estaca. Como dijo el
ilustrado Rousseau; ¡Cuántos problemas se habría ahorrado la humanidad!
Hecha esta introducción breve y
subjetiva, encaminaré el asunto hacia el aula. Como docentes, en ciertos temas,
debemos ser lo más objetivos que podamos y evitar tomar partido en las
explicaciones más delicadas para que los alumnos puedan desarrollar una opinión
propia, y también para ahorrarnos incómodas visitas de padres disgustados
porque a sus hijos les inculcamos ideas. Pero este es otro tema, aquí no dudaré
un instante en plantear un problema, el de la valla de Melilla, que más allá de
ideologías se presenta como abominable, brutal
e inhumano. Leeremos en clase una o varias noticias de distintas fuentes
sobre el desgarrador asunto, e incluso se podría hacer una especie de debate,
aunque aquí, el moderador/profesor será muy estricto; no se tolerarán en clase
comentarios o expresiones racistas, violentas, antidemocráticas o contra los
Derechos Humanos. De ningún modo. Y todo
con una intención: formar alumnos íntegros, con educación en valores, como nos
dictan las leyes y decretos educativos.
Somos educadores, formadores en
Ciencias Sociales, y de ninguna manera podemos obviar la realidad social,
aunque en alguna ocasión nos desviemos del temario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario