El próximo año se
celebra el primer centenario de la Primera Gran Guerra. Una contienda
en si misma, y especialmente por las consecuencias que desencadenó,
que cambió el mundo, en especial la realidad europea y su papel de
privilegio como regente del mundo conocido.
La Primera Guerra
Mundial fue la consecuencia lógica e inevitable de los distintos
roces, conflictos y desavenencias que se producen entre las grandes
potencias europeas como consecuencia de la carrera imperialista, una
carrera por el poder y el control en todos los rincones del globo
-fundamentalmente entre Inglaterra y Francia que eran las grandes
potencias coloniales en un sentido tradicional y la recién unificada
Alemania, que carecía de colonias a la antigua usanza pero que sin
duda utilizó la segunda revolución industrial para erigirse como la
gran potencia industrial, económica y militar del continente.-
Fue una guerra de
codicia, de avaricia, de egos maximizados... que trajo consigo no
sólo el mayor nivel de destrucción jamás conocido por el hombre
sino la decadencia europea y el auge de las dos superpotencias que
regirían los destinos de todos durante el resto del siglo XX, me
refiero por supuesto a los Estados Unidos -que tuvieron que vencer su
tendencia natural al aislamiento y aprender a tomar partido- y la
Rusia comunista -que se sirvió de la decadencia y obsolescencia de
la Rusia zarista para iniciar su andadura.
La Primera Guerra
Mundial fue una guerra moderna. Nunca hasta ese momento los avances
científicos y tecnológicos se habían aplicado a fines bélicos. Es
cierto que tuvo reminiscencias de guerras pasadas (divisiones a
caballo, palomas mensajeras, enfrentamientos en terrenos abiertos de
ejército contra ejército) pero inició el camino de lo que hoy en
día es normal en cualquier conflicto (tanques, armamento pesado,
primeras divisiones de aviación y barcos de guerra, gases y
sustancias químicas... sin olvidar a la gran protagonista de la
contienda: la ametralladora. The gun machine fue la
responsable de hacer pasar a la historia las cargas de batallones uno
contra el otro y convirtió una guerra que se pensaba duraría poco
tiempo en una guerra de desgaste, desolación y desesperación en las
trincheras de guerra.
Sin duda la guerra
tuvo una extraordinaria importancia en la incorporación de la mujer
al mercado de trabajo, normalmente de trabajadora en fábricas de
suministros bélicos que funcionaban sin cesar día y noche para el
abastecimiento adecuado de las tropas. Surgió el concepto de
economía de guerra, es decir, destinar y dedicar todos los
recursos de un país a garantizar la victoria militar, obligando a
las naciones europeas a endeudarse hasta niveles insospechados en
favor de la economía más pujante del momento: los Estados Unidos de
América.
No quiero dejar
pasar la oportunidad de señalar lo que la gran guerra provocó en el
incipiente movimiento obrero, fragmentado entre comunistas,
anarquistas y socialistas. La gran masa obrera europea se vio
arrastrada a ser la protagonista de una guerra capitalista en la que
no se jugaba nada ni tenía nada que hacer, decir ni ganar.
Fragmentación, división, perplejidad y sufrimiento fue el precio
que los obreros europeos tuvieron que pagar por la exaltación
enfermiza del nacionalismo, obligando a hermanos a matar a
hermanos... pero esa, es otra historia.
No resulta posible
entender el mundo en el que se vive si no se conoce el mundo del que
se viene. La Primera Guerra Mundial -y lo que supuso- cambió el
mundo tal y como se conocía. En un plano actual, no podemos sino
sentirnos orgullosos del proceso de integración europeo que pese a
sus vaivenes y dudas respecto al camino que se abre ante nosotros en
el futuro, sí ha cumplido el propósito inicial que se marcó:
garantizar la paz en territorio europeo (salvando el bochornoso
conflicto de los Balcanes) durante décadas. Queda mucho camino por
recorrer para ver una Europa unida pese a su infinita diversidad pero
si pensamos lo que los europeos fuimos capaces de hacernos los unos a
los otros hace un siglo y especialmente durante la Segunda Guerra
Mundial no podemos sino congratularnos de lo que es un gran logro
colectivo. Si no queremos repetir el pasado, y cometer los errores
que cometieron las generaciones que nos precedieron, no podemos ni
debemos olvidar jamás lo que sucedió.
Enlace
sobre la Primera Guerra Mundial:
No hay comentarios:
Publicar un comentario