lunes, 30 de diciembre de 2013

Reflexión sobre la I Guerra Mundial (Rosa María García López)


 
El próximo año se celebra el primer centenario de la Primera Gran Guerra. Una contienda en si misma, y especialmente por las consecuencias que desencadenó, que cambió el mundo, en especial la realidad europea y su papel de privilegio como regente del mundo conocido.
La Primera Guerra Mundial fue la consecuencia lógica e inevitable de los distintos roces, conflictos y desavenencias que se producen entre las grandes potencias europeas como consecuencia de la carrera imperialista, una carrera por el poder y el control en todos los rincones del globo -fundamentalmente entre Inglaterra y Francia que eran las grandes potencias coloniales en un sentido tradicional y la recién unificada Alemania, que carecía de colonias a la antigua usanza pero que sin duda utilizó la segunda revolución industrial para erigirse como la gran potencia industrial, económica y militar del continente.-
Fue una guerra de codicia, de avaricia, de egos maximizados... que trajo consigo no sólo el mayor nivel de destrucción jamás conocido por el hombre sino la decadencia europea y el auge de las dos superpotencias que regirían los destinos de todos durante el resto del siglo XX, me refiero por supuesto a los Estados Unidos -que tuvieron que vencer su tendencia natural al aislamiento y aprender a tomar partido- y la Rusia comunista -que se sirvió de la decadencia y obsolescencia de la Rusia zarista para iniciar su andadura.
La Primera Guerra Mundial fue una guerra moderna. Nunca hasta ese momento los avances científicos y tecnológicos se habían aplicado a fines bélicos. Es cierto que tuvo reminiscencias de guerras pasadas (divisiones a caballo, palomas mensajeras, enfrentamientos en terrenos abiertos de ejército contra ejército) pero inició el camino de lo que hoy en día es normal en cualquier conflicto (tanques, armamento pesado, primeras divisiones de aviación y barcos de guerra, gases y sustancias químicas... sin olvidar a la gran protagonista de la contienda: la ametralladora. The gun machine fue la responsable de hacer pasar a la historia las cargas de batallones uno contra el otro y convirtió una guerra que se pensaba duraría poco tiempo en una guerra de desgaste, desolación y desesperación en las trincheras de guerra.
Sin duda la guerra tuvo una extraordinaria importancia en la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, normalmente de trabajadora en fábricas de suministros bélicos que funcionaban sin cesar día y noche para el abastecimiento adecuado de las tropas. Surgió el concepto de economía de guerra, es decir, destinar y dedicar todos los recursos de un país a garantizar la victoria militar, obligando a las naciones europeas a endeudarse hasta niveles insospechados en favor de la economía más pujante del momento: los Estados Unidos de América.
No quiero dejar pasar la oportunidad de señalar lo que la gran guerra provocó en el incipiente movimiento obrero, fragmentado entre comunistas, anarquistas y socialistas. La gran masa obrera europea se vio arrastrada a ser la protagonista de una guerra capitalista en la que no se jugaba nada ni tenía nada que hacer, decir ni ganar. Fragmentación, división, perplejidad y sufrimiento fue el precio que los obreros europeos tuvieron que pagar por la exaltación enfermiza del nacionalismo, obligando a hermanos a matar a hermanos... pero esa, es otra historia.
No resulta posible entender el mundo en el que se vive si no se conoce el mundo del que se viene. La Primera Guerra Mundial -y lo que supuso- cambió el mundo tal y como se conocía. En un plano actual, no podemos sino sentirnos orgullosos del proceso de integración europeo que pese a sus vaivenes y dudas respecto al camino que se abre ante nosotros en el futuro, sí ha cumplido el propósito inicial que se marcó: garantizar la paz en territorio europeo (salvando el bochornoso conflicto de los Balcanes) durante décadas. Queda mucho camino por recorrer para ver una Europa unida pese a su infinita diversidad pero si pensamos lo que los europeos fuimos capaces de hacernos los unos a los otros hace un siglo y especialmente durante la Segunda Guerra Mundial no podemos sino congratularnos de lo que es un gran logro colectivo. Si no queremos repetir el pasado, y cometer los errores que cometieron las generaciones que nos precedieron, no podemos ni debemos olvidar jamás lo que sucedió.
Enlace sobre la Primera Guerra Mundial:


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